Recreación histórica - Castillo Belmonte
El fin de semana disfrutamos de una recreación histórica en el Castillo Belmonte, en Cuenca. Nos acogió Belmonte, uno de los pueblos más bonitos que hemos visto, ciudad natal de Fray Luis de León, con varias iglesias y la ermita, la Colegiata, conventos, palacios y molinos, casas presidido por su castillo y muralla. Nos alojamos en una casa rural, en un apartamento que conservaba varios elementos de su estructura original y muy cómodo. Nos dimos un baño termal en la cueva del Hotel Bálsamo con el que acabamos de sumergirnos en una época anterior, entre tantos muros de historia. No podía acabar mejor el día que con una nevada.
La mañana siguientes tocaba levantarse temprano para llegar pronto a la recreación histórica de la Primera Guerra Mundial en el Castillo Belmonte. Pudimos admirar el castillo y sus vistas, y adentrarnos en el bosque aledaño donde se ven las trincheras y se reproducen los combates.
Nada más llegar vimos algunos soldados, con diferentes uniformes, perfectamente recreados hasta el más mínimo detalle y, de la mano de muchos de ellos, vimos que las preguntas no sólo eran permitidas sino que eran bienvenidas. Y es que una recreación histórica persigue la rigurosa imitación de las formas de vida y las costumbres de una determinada época y los encargados de vivir y transmitir dicha época son los llamados “recreacionistas”, personas dedicadas al estudio y la reconstrucción de la vida en tiempos pasados. No se trata de actores disfrazados: son auténticos especialistas en Historia Viva que emplean ropa y complementos reales.
Aprendimos de su mano sobre los diferentes ejércitos y las facciones dentro de cada uno, sus las mujeres en el ejército ruso y sus tensiones internas por la proximidad a 1917 y su revolución, vimos sus diferentes armas (y nos dejaron varias de ellas para ver su peso por ejemplo), sus máscaras anti-gas, sus mochilas, los utensilios de cocina y todos los demás detalles: las gafas, pañuelos, fotos... todo lo más real posible. Y cuando les preguntas por sus uniformes te explican las telas, los botones, hasta cómo se llevaban los calcetines!
Las trincheras recrean ambas partes del conflicto, con sus ratas (bueno, éstas eran de plástico, al igual que las cucarachas, que estaban allí para recordarnos su terrible situación), las latas de comida de la época de los ejércitos, las bebidas, los utensilios para cocinar, camastros, zonas de mando, telegrafía... y no podían faltar las bombas y los temidos gases neurotóxicos.
Nos retiramos porque daban comienzo al ataque de uno de los ejércitos, y mientras ellos acudían todos a las trincheras, nosotros presenciábamos con emoción el inicio de la carga, primero las bombas (el ruido real para simular las bombas), el lanzamiento de gases (con bombas de humo de diferentes colores), los gritos de los soldados, y una avanzada a pie de las tropas para rematar el momento. Después los heridos acuden al hospital de campaña ayudados de las diferentes enfermeras, y allí se disponen en camillas mientras hacen lo que pueden con la tecnología de la época.
Pudimos ver uno de los maletines portátiles de Marie Curie, para hacer radiografías en el frente!! ¡Qué emoción! No hacía más que un par de días que había celebrado el día de Marie Curie con mis pekes de Experimentos Locos, y justamente les había hablado de cómo ella con su hija y un técnico de su laboratorio habían puesto su granito (enorme) en este conflicto. El hospital de campaña se había venido abajo con las nieves (nada que no pasara en su momento), y todos se habían apresurado para montar una tienda auxiliar, y camillas con las que tratar a los heridos.
En el castillo, además de la enfermería pudimos ver una actuación de Mata Hari, un secuestro, unas escaramuzas entre soldados del ejército ruso...
Para rematar el día, el museo Trebuchet, con sus 40 maquinarias de guerra de tiempos antiguos: catapultas, ballestas y otros muchos ingenios terminaron de cerrar este viaje en el tiempo.
¡Más que recomendable!
Castillo de Belmonte | Una experiencia sin par
Turismo en Belmonte. Qué ver. Información turística | spain.info
La mañana siguientes tocaba levantarse temprano para llegar pronto a la recreación histórica de la Primera Guerra Mundial en el Castillo Belmonte. Pudimos admirar el castillo y sus vistas, y adentrarnos en el bosque aledaño donde se ven las trincheras y se reproducen los combates.
Nada más llegar vimos algunos soldados, con diferentes uniformes, perfectamente recreados hasta el más mínimo detalle y, de la mano de muchos de ellos, vimos que las preguntas no sólo eran permitidas sino que eran bienvenidas. Y es que una recreación histórica persigue la rigurosa imitación de las formas de vida y las costumbres de una determinada época y los encargados de vivir y transmitir dicha época son los llamados “recreacionistas”, personas dedicadas al estudio y la reconstrucción de la vida en tiempos pasados. No se trata de actores disfrazados: son auténticos especialistas en Historia Viva que emplean ropa y complementos reales.
Aprendimos de su mano sobre los diferentes ejércitos y las facciones dentro de cada uno, sus las mujeres en el ejército ruso y sus tensiones internas por la proximidad a 1917 y su revolución, vimos sus diferentes armas (y nos dejaron varias de ellas para ver su peso por ejemplo), sus máscaras anti-gas, sus mochilas, los utensilios de cocina y todos los demás detalles: las gafas, pañuelos, fotos... todo lo más real posible. Y cuando les preguntas por sus uniformes te explican las telas, los botones, hasta cómo se llevaban los calcetines!
Las trincheras recrean ambas partes del conflicto, con sus ratas (bueno, éstas eran de plástico, al igual que las cucarachas, que estaban allí para recordarnos su terrible situación), las latas de comida de la época de los ejércitos, las bebidas, los utensilios para cocinar, camastros, zonas de mando, telegrafía... y no podían faltar las bombas y los temidos gases neurotóxicos.
Nos retiramos porque daban comienzo al ataque de uno de los ejércitos, y mientras ellos acudían todos a las trincheras, nosotros presenciábamos con emoción el inicio de la carga, primero las bombas (el ruido real para simular las bombas), el lanzamiento de gases (con bombas de humo de diferentes colores), los gritos de los soldados, y una avanzada a pie de las tropas para rematar el momento. Después los heridos acuden al hospital de campaña ayudados de las diferentes enfermeras, y allí se disponen en camillas mientras hacen lo que pueden con la tecnología de la época.
Pudimos ver uno de los maletines portátiles de Marie Curie, para hacer radiografías en el frente!! ¡Qué emoción! No hacía más que un par de días que había celebrado el día de Marie Curie con mis pekes de Experimentos Locos, y justamente les había hablado de cómo ella con su hija y un técnico de su laboratorio habían puesto su granito (enorme) en este conflicto. El hospital de campaña se había venido abajo con las nieves (nada que no pasara en su momento), y todos se habían apresurado para montar una tienda auxiliar, y camillas con las que tratar a los heridos.
En el castillo, además de la enfermería pudimos ver una actuación de Mata Hari, un secuestro, unas escaramuzas entre soldados del ejército ruso...
Para rematar el día, el museo Trebuchet, con sus 40 maquinarias de guerra de tiempos antiguos: catapultas, ballestas y otros muchos ingenios terminaron de cerrar este viaje en el tiempo.
¡Más que recomendable!
Castillo de Belmonte | Una experiencia sin par
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